Escrito por Luis Guillermo Navarrete Delgado
A días de celebrar la memoria de Nuestra Sra. del Carmen esta jaculatoria a la Reina y Patrona de Chile resuenan en mis oídos con mayor fuerza sobre todo al escuchar por la radio el triste espectáculo que brindan quienes fueron elegidos para llevar adelante la elaboración de una nueva constitución política para nuestra patria y en la que tantos compatriotas pusieron su esperanza para lograr así un cambio radical en el país y en sus propias vidas. Al ver el espectáculo de estos días ¿será que tenían razón los que decían que la elaboración de una nueva constitución no resolvería en nada los problemas de fondo de los cuales, como sociedad, adolecemos de una parte a este tiempo?. De hecho a muchas personas las he escuchado arrepentidas y decepcionadas del voto que dieron a favor de una nueva constitución. Y esto es solo un punto. Para que decir las noticias entre los dimes y diretes entre quienes postulan para las presidenciales a fin de año. Las noticias de quemas, violencia y muertes en el sur de Chile con gente portando armas de guerra. Y suma y sigue. Todos echándose la culpa unos a otros, sin buscar puntos de encuentro, sin unirse para encontrar soluciones a los problemas que nos atañen a todos los chilenos y de los cuales no podemos ser indiferentes. Mi intención no es hacer un análisis político ni mucho menos, solo constato hechos que son de público conocimiento y que siento, cual más cual menos, como hijos de esta patria nos preocupan y nos mantienen, como diría una buena amiga, con el corazón en la mano.
Virgen del Carmen Reina de Chile ¡Salva a tu pueblo que clama a ti!. Cuántas veces he dicho esta frase a lo largo de mi vida en más de una procesión ya sea en mi natal Concepción en mis años de juventud, camino al templo votivo de Maipú en mis años de seminarista en Santiago, en procesiones en mi querido San Felipe ya sea en el colegio donde trabajaba o en las procesiones de la diócesis. Cuántas veces dije esta frase sin tal vez tomar el peso a esta petición que hace el corazón de un hijo que pide la ayuda de su madre frente a sus necesidades. Hoy ante los hechos descritos brota de mi corazón y estoy cierto que el de muchos cristianos a lo largo de nuestro país, esta sencilla pero potente petición para que la madre de Chile nos salve del odio entre hermanos, de las faltas de tolerancia por pensar distinto, de la violencia y destrucción como método para lograr los cambios que todos anhelamos.
Como no colocar en manos de nuestra madre todas estas intenciones pues tengo la certeza que ella tiene el poder para interceder ante su hijo y salvarnos. Doy fe como nuestra madre abre los corazones de las personas, aun de los corazones más endurecidos. Así me sucedió años atrás cuando junto a personas de la comunidad Mercedaria misionamos en la ciudad de Til Til. En ese tiempo el Cardenal Carlos Oviedo Cavada, sacerdote mercedario, le pidió a la congregación hacerse cargo de la parroquia Ntra. Señora del Carmen de Til Til. La tarea no era fácil, pues si bien había un número grande de cristianos también existía un grupo de personas que por sus opciones eran muy contrarios a la fe. Fue así como un día en que misionamos el sector cercano al cementerio en medio de unos cerros y quebradas nos dirigimos a la casa de un señor, ya mayor, que vivía solo, el cual cuando le contamos que nos encontrábamos haciendo una misión en el sector y que lo invitábamos a nuestras reuniones en la escuela La Merced nos dio el tremendo rosario de que él no creía en esas cosas, que no estaba “ni ahí”, con la “Iglesia y los curas”. Se produjo un momento tenso. Estos jóvenes misioneros que éramos en aquel tiempo nos sentíamos totalmente desconcertados, sin saber que decir hasta que apareció nuestra querida Madre. Si, ella apareció. A través de la puerta de la casa me percaté que este señor tenía en su living una tremenda imagen de la Virgen del Carmen pegada en la pared. Con el atrevimiento que da la juventud, en un momento de la conversación que ya se ponía un tanto álgida entre mi compañero de misión y nuestro interpelador se me ocurre decirle que como nos decía tantas cosas contrarias a la fe en Dios, si tenía en el living de su casa una imagen de la Virgen María. En ese momento todo cambió y comenzó a obrar nuestra Madre. Este señor que unos minutos antes todo nos rebatía, nos dice que una cosa era que él dudara de su fe en Dios y que otra cosa muy distinta era “su madre”. De verdad nosotros no lo podíamos creer como aquel señor cambió de ser poco menos que un no creyente a ser un fiel hijo de María. Nos abrió las puertas de su casa y sostuvo con nosotros una amena charla hablándonos del amor que sentía por la Virgen del Carmen y de todo lo que ella había realizado en su vida y la de su familia. Estuvimos finalmente hablando toda la mañana con él y no recuerdo bien si terminamos siendo invitados a almorzar. Salimos de su casa en silencio, mirándonos con nuestro compañero de misión sin saber que decir el uno al otro por toda la experiencia vivida, pero ya se podrán dar cuenta lo marcadora que fue pues hasta el día de hoy, ya hace más de veinte años, lo recuerdo como si fuera ayer y como una de las grandes experiencias marianas de mi vida. Para que esta experiencia no les quede inconclusa sin saber que paso con este señor, les puedo contar que nos acompañó todos los días en las reuniones siendo para nosotros un gran aliciente en nuestros días de misión, gracias a la intervención amorosa de nuestra Madre.
Este viernes que celebramos a la Virgen patrona de Chile no desaprovechen la ocasión de encomendarnos a la protección de la Carmelita. Recemos juntos por nuestra convención constitucional para que, como nos pidió la Conferencia Episcopal, “puedan escuchar, dialogar y proponer una nueva constitución que custodie el bien común”. Coloquemos con confianza y profunda fe, en manos de la Virgen del Carmen, el destino de nuestro país, para que por sobre las diferencias legítimas que pueda tener cada uno, busquemos la justicia y la paz social que tanto necesitamos para hacer de Chile una nación de hermanos. Son tantas las intenciones y necesidades que la lista podría alargarse y alargarse. Nuestras familias, los hijos y nietos, los enfermos del covid, nuestras fuentes laborales, los que han partido a la casa del Padre por esta pandemia. Tanto y tanto por qué pedir a la Madre de Dios. Y tú, ¿Qué le pedirías, en el fondo de tu corazón, a la Carmelita?¿Qué necesita tu vida en estos momentos?. Confía en nuestra Madre, pues doy fe que ella con su infinito amor escucha e intercede ante su hijo por nuestras más íntimas intenciones como lo hizo en las bodas de Caná. “Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino” (Juan 2, 3)
Por eso una vez más quiero, este dieciséis de julio, con la confianza de hijo ponerme a tus pies y decir de los más profundo de mi ser: Virgen del Carmen Reina de Chile ¡Salva a tu pueblo que clama a ti!.