No pudiendo vivir estas celebraciones litúrgicas en nuestras parroquias y capillas, y recogiendo nuestros cansancios, molestias, heridas, injusticias y pobrezas que ha dejado esta situación, queremos abrir un espacio de Encuentro y Oración en nuestros hogares y familias. Detengamos la rutina y reconozcamos en nuestras miradas la historia que cada uno trae en su corazón desde hace más de un año, abrir el espacio para la presencia de Jesús Resucitado y con ello, reconocer nuestra propia Pascua, que es el paso de las tinieblas a la Luz, de la tristeza y el cansancio a la Esperanza de que la Vida es la última y definitiva palabra en nuestra existencia.
Los queremos invitar a que, con fe, nos demos el tiempo para celebrar estos días con un corazón bien dispuesto uniéndonos a todo el mundo, especialmente a los países que durante estos días se han visto más afectados por esta pandemia. Pero al mismo tiempo que todos nos sintamos más unidos que nunca en la oración y en la misma fe que profesamos.
A todos les deseamos que estos días sean provechosos, que podamos alimentar nuestra fe y replantearnos nuestra forma de vivirla. Unidos en una misma fe, en una misma esperanza y en una misma caridad, esperamos que pronto nos podamos ver y darnos como hermanos el saludo de la paz.